Cierta vez, un jaguar cayó en una trampa que le había preparado
un cazador.
Estaba allí lamentándose, cuando paso un zorro. Y así le dijo el
jaguar:
-¡amigo mío,
sácame de esta prisión!
-¿Qué me darás, si te hago ese favor?
-Te regalare
una gallina muy gorda que me sobro de la cena de anoche- contesto el jaguar.
-¡bien! Te
sacare de la prisión- dijo el zorro.
Pero al hacerse libre, el jaguar no solo se rió de su promesa,
sino que hasta se quiso comerse al zorro.
Estaban así disputando, cuando un papagayo desde una rama exclamó:
-
Qué pasa?, ¿Qué pasa?...yo haré de juez, si ustedes quien.
-
Muy bien- contestaron el jaguar y el zorro – y le contaron lo
que había sucedido.
-
No entiendo bien lo que están relatando- dijo el papagayo.
Me parece que lo mejor es a hacer las cosas tal como sucedieron.
¿Dónde estabas tú, jaguar, cuando paso el zorro?
-
En la trampa- contesto el jaguar
-
¿En qué parte? Volvió a preguntar el papagayo.
-
Hacia la derecha, aquí- dijo el jaguar. Entrando en la jaula.
Y, de acuerdo con el mecanismo de la trampa, la jaula se cerró
al sentir el peso del animal.
Entonces, el papagayo le grito:
-¡quédate ahí dentro, jaguar desagradecido!
Y tú, zorro zonzo, déjate de librar jaguares. Y ten en cuenta
que si te hablo y no te temo es porque tengo un buen par de alas para huir de
tus dientes.
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En esta vida nunca debemos ser ingratos con los que nos den su ayuda.
FABULA PERUANA
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